sábado, 20 de septiembre de 2014

Un vacío en el 102

Han pasado 24 horas del desalojo de Antonio y Berta de su vivienda... 24 horas en las que la cabeza de uno y otro no habrán parado de pensar "qué hicimos mal para llegar a esta situación". 24 horas de agonía constante, de llantos, de sollozos, de ilusiones enviadas directamente al cubo de la basura sin tener en cuenta que se trata de la vida de dos personas mayores, y que cómo mínimo, merecen vivir el resto de sus días (Dios quiera que sean muchos más), en las mejores condiciones. Sólo han sido 24 horas.

Por más que quiera, por mucho que lo intente, no podría jamás ponerme en el pellejo de estas dos personas que no han hecho mal a nadie, y que han visto como desde las 5 de la madrugada de un fatídico 19 de Septiembre de 2014, ocho coches de policía cerraban la calle en la que han residido prácticamente toda su vida, y se preparaban para despojarlos de su bien más preciado. No puedo imaginar lo que pasaría por su mentes, imposible. Les han tratado con viles delincuentes, cuando no han cometido delito alguno. Como ciudadanos de por sí merecen un respeto, pero siendo octogenarios, Señores Míos, merecen algo más que eso, un poco de cariño cuanto menos.

El pueblo se ha volcado con ellos, 19.000 firmas para evitar el desalojo, muchísimas personas cada día a su lado "batallando" para que este hecho dantesco dónde los haya no se produjera, pero todo ha sido en vano. El Poder Judicial en este país apesta, y quién lo aplica, aún más. No tiene sentido que se le quite la vivienda a unos ancianos, eso no puede pasar en España, pero ocurre, porque el dinero manda y para sentirse poderosos necesitan fastidiar al prójimo, sea quién sea. Se desestimó un recurso de apelación que tenía visos de, al ser tomado en cuenta, podría solucionar el problema en pro de Antonio y Berta, pero la jueza no quiso admitirlo a trámite, no le importaba, no le interesaba... No tiene corazón.

Antonio y Berta no duermen desde hace meses, años incluso, y esta jueza duerme a pierna suelta después de dejar a dos personas de avanzada edad en la calle. Señora, ¿conoce usted lo que significa la palabra empatía? Entiendo que en su trabajo hay que dejarla de lado en muchas ocasiones, pero en este caso en concreto, ¿qué daño han hecho Berta y Antonio a la sociedad?¿qué delito han cometido para verse sin vivienda a estas alturas de la vida?

Usted no tiene escrúpulos ni corazón. Usted en un buitre leonado que sólo ha buscado hacer el mal. Usted es mala persona, sin paños calientes, los que usted no ha tenido con estas dos bellísimas personas. Sólo hubiera bastado poner la televisión un minuto y ver cómo Antonio, en rueda de prensa, no podía articular palabra... Señora, yo no hubiera soportado ver a mi abuelo llorar, y menos por perder su casa.

Por desgracia, hoy en día todo está politizado, y estoy convencido de que si la clase política canaria hubiera actuado coherentemente, todo hubiera tomado otros derroteros. ¿De verdad el caso de Berta y Antonio no era lo suficientemente grave como para que Paulino Rivero, Presidente de todos los canarios, interviniera en primera persona?¿De verdad da buena imagen para Canarias el despliegue policial visto ayer, exageradamente organizado, para desvincular de su vivienda a dos personas mayores? Pero cuando no hay voluntad...

Se me ocurren mil improperios que enviarles a todo aquel que pudo y no quiso, pero no son las formas. Prefiero enviar mi más fervientes muestras de apoyo a estas dos personas que, espero, reciban la ayuda necesaria para vivir cómodamente, aunque por mucho que hagamos, su casa siempre será su casa.

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