jueves, 4 de septiembre de 2014

"Mis hijos llevan dos días sin comer"

Es duro, muy duro, que un padre te diga a la cara que sus hijos llevan dos días sin comer... Y eso pasa. Y pasa más cerca de tu propia casa de lo que tú mismo piensas. Y para más inrri, pasa al lado de dónde mucha gente se gasta su dinero en cenas desproporcionadas, dónde se derrocha comida a "tuti plen".

Me lo dijo sin paños calientes, dándole normalidad a algo que no lo tiene, y en ese momento pensé que no era verdad, pero sí, claro que era verdad. Una familia sin recursos, sin un sólo euro de entrada, que no tiene para darle de comer a sus dos hijos. Aluciné, para qué os voy a engañar, y por supuesto que hice lo que estuvo en mi mano para que, al menos ese día, esos niños, y sus padres, comieran.

El ser humano está dotado de una extraña cualidad que se llama "vergüenza", y que aunque no sirve para nada está demasiado desarrollado. Tenemos vergüenza a pedir, porque sentimos vergüenza de haber llegado a esa situación tan lamentable. Seguramente han hecho todo lo posible para evitarlo, pero no han podido, máxime cuándo la edad no perdona y conseguir un trabajo se convierte en una quimera.

Yo conozco este caso, sangrante, doloroso, triste, pero habrán muchos más, muchísimos... Cada día muchos niños, muchos padres, muchos abuelos, pasarán hambre, mientras se votan a la basura cantidades abrumadoras de comida en buenas condiciones. ¿El motivo? La sociedad no es consciente de lo que está pasando, y por ende, no actúa para evitarlo.

¿Qué podemos hacer? Seguramente nosotros ya hacemos bastante... Si nos enteramos, ayudamos. Cosa que quién tiene el poder, el dinero, o el poder del dinero no hace, no se atreve a sentir empatía porque a la vez se sentiría inútil al haber permitido que las cosas lleguen hasta este punto. Una pena, la ecuanimidad no existe hoy en día, aunque nos intenten vender lo contrario.

No hay comentarios: